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Un mes de silencio. (Parte I)

Es asombrosa la forma en la que el tiempo puede funcionar y jugar con el destino y camino de las personas. Un mes puede ser poco tiempo para amantes que acaban de empezar a escribir la historia de su amor, mientras que para un padre con sueldo ajustado puede ser infinito. El tiempo es de esas pocas muchas cosas del vivir que dependen de la perspectiva de la persona y de su forma de vivir. Personalmente para mí este último mes ha sido mezcla de ambas cosas, días que parecen correr y días que parecen arrastrarse por no acabar.

Hacía un mes que daba casi mi vida por Sebastian, estaba al borde del fatal y tan bello desastre llamado enamoramiento, a un paso de dar el brinco en este precipicio que no mostraba que me esperaba abajo, a un paso, un solo paso... Cuando desperté. Todo había cambiado a raíz de la fiesta de su cumpleaños. Mi parada a la Universidad, debía bajarme pero mi mente estaba inundada de recuerdos, recuerdos lindos y dolorosos que dificultaron el paso de la idea de movilizarme y bajar. Deje a mi mente divagar completamente en todo lo que había pasado durante las ultimas semanas sin restricción. Divagar desde los lindos sentimientos hasta el desastroso final frente a mis ojos. Había pasado toda la Semana Santa sin que intercambiáramos palabra alguna y aún no sabía como sería el volver a vernos; eso si, esperaba que ese tiempo hubiera servido para calmar el enojo que tenía contra mi y el mundo sin razón alguna cuando el enojado debía haber sido yo por el engaño.

Pero los recuerdos y sentimientos de Sebastian no eran lo único que deambulaban por mi cabeza, también estaba el recuerdo de una nueva sonrisa, el de una compañía perfecta durante los últimos 3 días de la semana. Y eso era lo que hacía peor la situación, yo seguía sin saber que sentía ahora por Sebastian cuando aparece alguien interesado en mi, causando sensaciones de ilusión que no sentía hacía ya un tiempo. Camilo era alto, aunque 5cm más bajo que yo, de tez blanca y pelo cafe. Ojos y sonrisa hermosos, eran justamente lo que me había atraído de el. Nos conocimos el Miercoles Santo en pleno cortejo procesional, fue inevitable sentir la chispa al momento que nos miramos por primera vez y por más que intente evitar la tentación de hablarle, uno es ser humano, y ya si Dios pone esas señales en el camino uno no puede pasarlas desapercibidas. El click fue inmediato, la platica fluyó entre bromas y datos generales de nosotros durante el resto del camino, intercambio de numero de teléfonos y una propuesta para vernos al siguiente día.

Su carisma, devoción y sentido del humor eran un plus que me hizo pasar uno de los mejores Jueves Santos de mi vida. Era tonto negar que nos gustábamos y mucho. Y es aquí donde el tiempo jugó con sus manías e hizo volar el tiempo a su lado, sentía que acabábamos de juntarnos cuando ya teníamos que separarnos. Un abrazo rápido de despedida y de vuelta a mi soledad, pero en mi mente solo brillaba el recuerdo de toda la  noche. Momentos de agarrar al otro por la cintura y sentir como se erizaba la piel mutua, miradas intercambiadas que decían mucho más que las palabras, platica en Café Gitane en la que nos conocimos un poco más. Una segunda salida que se dio el Viernes Santo y era definitivo, este chico me gustaba y mucho. Poseía varias características que no había hallado en nadie más y que eran justamente las que le faltaban a Sebastian , su recuerdo volvía a surgir en mi lago de ideas. Era detallista, atento, tierno, justamente todo lo que Sebastian no era conmigo.

- Llegué, primer día después de receso de Semana Santa - me dije a mi mismo. - Dejemos que todo fluya por su propia cuenta. Suspire y me encaminé a un encuentro que había olvidado y había dejado de preocuparme desde la aparición de Camilo.

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