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Monólogo "No Estoy Loco"

Este, tal vez, es un pedazo de literatura que guarda una de mis mejores facetas y a la vez la peor. Esa faceta de locura incontenible, de desafío a lo previamente establecido, desafiante ante Dios y el demonio, ante su poder y control sobre el actuar del ser humano, negación ante el amor y perdón... pero a la vez una faceta insegura, dudosa, con miedo a estar sola y quedar sola en un mundo frío, oscuro, solo sin tener a quien recurrir y más que todo, terror a la inminente y predilecta muerte del ser...

Este monólogo lo hallé en el año 2011 por una tarea del club de Teatro en el que teníamos que buscar un monólogo que nos hiciera exigirnos a nosotros mismos. Fue un gran descubrimiento el haberlo hallado y después de haber encarnado al personaje del mismo, nunca volví a volver a ver las cosas igual. Si bien me exigió mucho físicamente, fue más lo que tuve que dar mental y psicológicamente para poder llegar a ser una fracción de lo que se plasma en la historia de locura prohibida. Si bien aún tengo el pendiente de presentarlo en el escenario, sigue siendo un presente en mi cabeza, una lucha interna de locura y cordura que nunca cesa.
¡No! No estoy loco. Sáquenme de aquí, quítenme esta camisa de fuerza. ¿Por qué me trajeron a este sitio? No quiero estar en el manicomio…¡No estoy loco!

Yo no creo en Dios, nunca lo he visto, no predico su palabra. No sé nada de Él. Si nunca obedecí a mis padres, menos a un desconocido. Sus mandamientos, no los he oído, nunca; su casa, no, nunca la he visitado: dicen que son muchas y que hasta “cobran” por escuchar su palabra o por sus servicios, no me interesa, de verdad, saber de Él. Siempre actué por impulsos, aprendí de la vida, de los golpes que me dio, ésta, lo que es bueno y lo que es malo, puesto que tengo criterio propio y sé pensar por mí mismo. Prefiero aprender de personas reales, no de personas imaginarias, de entes inexistentes.

Los excesos son dañinos para la salud mental y uno se puede volver adicto. Dios, una droga sutil para la humanidad, para los débiles de mente, para los que no tienen la capacidad de resolver los problemas por sí mismos y todo lo dejan en manos de esta Deidad, diciendo: ayúdame Señor, gracias Dios, Bendito seas…etc, etc…Delegándole las cosas más difícil, y, a veces, hasta las más sencillas, porque en lugar de ocuparnos, nos preocupamos; en lugar de actuar, nos lamentamos, implorando su ayuda, sin que nosotros hagamos nada: queremos que todo nos caiga del “cielo”: nos volvemos Dios-dependientes.

Nunca le he pedido nada. Lo que tengo lo he conseguido por merito propio; porque me he ocupado; porque he actuado.

Y ahora me han traído aquí, a este sitio. Me han encerrado en un cuarto, me han atado, pero… ¡no estoy loco! De verdad, créanme, ¡no lo estoy! Él no existe, créanme. 
Tampoco creo en el diablo: uno no puede existir sin el otro. Ya que, tampoco he visto al diablo, nunca, ni si quiera lo he invocado. Sus tentaciones: creo que soy una persona conciente de mis actos. Yo he aprendido bajo el método de: ensayo – error. Y, no creo que un error sea un pecado. Estar arrepentido por lo que hice, nunca. No me arrepiento de mis actos, puesto que los he disfrutado y de ellos he aprendido mucho sobre la vida, no me importa si existe el paraíso o el infierno: no existen; creo en la vida y en la muerte, porque éstas si existen, son reales.

“La vida es una costumbre y la muerte una tradición”

Uno se va acostumbrando a la vida, se va adecuando a ella, a sus necesidades, uno va aprendiendo, ensayando, acertando y errando. Cada día trato de sobrevivir; cada día me voy acostumbrando a vivirlo, a sufrirlo, a gozarlo, me voy adaptando a lo que se me va presentado durante el día. Vivo cada uno con intensidad y lo doy todo. Aunque ya es una tradición que, un día de estos, es inevitable su llegada, pero así es, hay que esperarla con los brazos abiertos: si la vida es hermosa, porque no lo ha de ser la muerte…¡ah! La Muerte, ¿por qué duele? ¿qué es lo doloroso? ¿acaso el nacer duele? ¿duele el vivir? ¿duele la pérdida del ser o duele todo lo que no pudimos hacer por él, por no decir lo que teníamos que decir? Lo que duele es el cuerpo, el dolor físico tan solo es un ensayo de la muerte, es la anestesia del cuerpo para que así liberemos nuestra alma, ¿qué duele más, la vida o la muerte? Al nacer tenemos guías; el morir nos da miedo, miedo a lo desconocido, miedo, quizá, a no tener guía, pero ¿quién sabe si alguien nos guiará al cruzar ése camino o si habrá un guía? El miedo a la muerte es el miedo a lo desconocido, a lo nuevo, es la incertidumbre de no saber qué hay más allá ¿quién nos enseña a vivir? ¿quién nos enseñará a morir?…¡Quién!

Creo en la vida porque existo, porque existes; creo en la muerte, porque se que pronto vendrá a verme, es algo inevitable…pero, ¡No! De verdad que no estoy loco señor juez. No lo soñé, lo viví, ¡cállense! Arcángeles y demonios, dejen de reírse de mí… ¡No estoy loco! Por Dios, sáquenme de aquí, quítenme esta camisa de fuerza, quiero ser libre, soy una persona normal con derecho a expresar lo que pienso, pero si para liberarme de este cuarto, para quitarme la camisa, tengo que decir que creo en ti, esta bien, que se haga tu voluntad, Dios.

¡No estoy loco! *"

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