Ir al contenido principal

El inicio del final

Respira, tranquilo. Todo va a salir bien. Se había llegado la noche, era la fiesta de cumpleaños de Sebastian y estaba nervioso hasta los huesos. Todo podía salir perfectamente bien o completamente mal. - Hola preciosa - abrasé por la espalda a Lucía y le plante un tremendo beso en la mejilla. - Oí tu melodiosa voz y por eso salí más rápido que me estaba terminando de cambiar. - Lucia era chaparrita, gordita pero no en exceso, sino lo justo y lindo, sonriente, de tez clara pero morena por el sol de la capital y una simpatía y dulzura sin igual, en resumen, un amor de persona cuando te llevabas bien con ella. - ¡Santiago veniste! - me contestó. - Por supuesto. ¿Como iba a faltar? - le dije con una sonrisa mientras agarraba un vaso para poder beber.

 La noche pasó rápido junto a Lucia, Edith y Marco. Eran buenas personas que había conocido a través de Sebastian y definitivamente pasaba un gran tiempo con ellos. Risas, bromas, burlas y molestaderas fue en lo que consistió toda la noche. Mientras tanto Sebastian volaba, medio ebrio, de un grupo a otro, tomándose fotos aquí y allá. Por momentos se me acercaba y sentía su roce, mis ojos gritaban lo que mis labios se negaban a decir "Me encantaría estar a tu lado toda la noche". Pero no podía decirlo, debíamos mantener las apariencias, no sabia si Lucia, Edith y Marco sabían que Sebastian y yo eramos bisexuales y que estábamos en la parte de "no se que somos pero somos algo porque nos besamos y pasamos todo el tiempo juntos", pero creía que ellos ya lo sospechaban y no les importaba pues era nuestra vida privada; de igual forma no quería agitar aguas que estaban muy tranquilas.

 - La rosa de Jamaica es un completo éxito - exclamó Edith. Edith se parecía a Lucia, mucha gente hasta pensaba que eran hermanas; chaparra la condenada pero con un carácter de grandes. Era de las personas que no quería hacer enojar ni tener como enemiga. Gracias a Dios le simpatizaba, con una sonrisa tierna y burlona a la vez y con una mente tan perversa y rápida como la mía. Era el tipo de persona con quien podía estarme horas y horas hablando y burlándonos de todo mundo que nunca era suficiente.  La noche paso lenta y rápidamente a la vez, el alcohol empezó a surtir sus efectos aquí y allá.

Todo iba a la perfección, no la perfección que yo había soñado, pero al menos no era el desastre que había borrado de mi mente... Hasta que lo vi.

Sebastian estaba entrando a su cuarto con otro idiota. - Respira, no importa, respira y mantén la sonrisa - me dije mentalmente. Sebastian levantó la mirada y me vio, sus ojos fueron y regresaron al tipo y a mi. Tuve uno de esos momentos en los que por tu cabeza corre una película; una película con lo que hará la persona en cuestión y que es justamente lo que a ti te mataría de amor y convertiría todo en algo perfecto y romántico...

Pero esas películas nunca suceden.

Después de una eternidad de miradas que duró segundos, Sebastian se volvió al tipo y lo beso con más intensidad, me devolvió una mirada más después del beso y lo empezó a tocar para luego cerrar la puerta, eso si, sin antes despedirse de mi con una sonrisa diabólica.

Comentarios